El peso ideal es único para cada persona y depende de diversos factores como la edad, la altura, la constitución, el metabolismo… También factores externos como, por ejemplo, el consumo de algunos medicamentos, pueden influir en el peso corporal. En algunos casos, cuando el sobrepeso o el bajo peso no están proporcionalmente relacionados con la ingesta de alimento, se debe incidir sobre la causa o aceptar las condiciones fisiológicas individuales. Aun así, es conveniente practicar unos hábitos alimentarios saludables para vivir con salud y bienestar.
Cuando el peso corporal está directamente relacionado con la ingesta de alimento, a veces, puede resultar difícil mantener el peso ideal debido a ingerir un tipo o una cantidad de alimento desproporcionada con las necesidades individuales. Son varios los motivos que nos llevan a comer en exceso, menos de la cuenta o alimentos inadecuados en momentos inoportunos. En este artículo, te quiero mostrar 4 pasos que te ayudarán a situarte en tu peso ideal de manera natural, sin tener que contar calorías o hacer dietas restrictivas:
1. BASA TU DIETA EN ALIMENTOS REALES
Elimina de tu dieta alimentos superfluos, procesados o alterados como zumos envasados, galletas, bollería, pan blanco industrial, embutidos, carne procesada, patatas de bolsa, frutos secos fritos, precocinados con aditivos añadidos, azúcar blanco, harinas refinadas, etc. y basa tu compra en alimentos en su estado más natural como verduras, tubérculos, frutas, legumbres, cereales integrales, frutos secos crudos, semillas… si comes productos animales, asegúrate de que sean frescos y que provengan de animales criados al aire libre y alimentados con su alimento fisiológico como, por ejemplo, los de producción ecológica.
Si quieres aprender a gestionar tu propia alimentación y conocer en detalle qué alimentos forman parte de una dieta saludable, así como la manera adecuada de combinarlos, pide cita para una consulta nutricional.
2. ESCUCHA TU CUERPO
Comer con conciencia y estar conectados con las sensaciones físicas de hambre y de saciedad nos ayuda a comer la cantidad justa de alimento que necesitamos en cada momento. Escucharnos también nos da pistas sobre el tipo de alimento que realmente necesitamos. Evita comer por costumbre o según lo que te dice la mente y déjate sentir los señales que te envía el cuerpo para decidir qué comer, cuándo comer y cómo comer. Cuando actuamos con coherencia con las necesidades de cada momento, tenemos la sensación de estar haciendo lo correcto y dejamos poco margen para el sentimiento de culpa que a menudo acompaña después de comer impulsivamente. De esta manera, nos sentimos en paz y satisfechos con nosotros mismos/as.
3. PON INTENCIÓN
¿Para qué comes saludable? Hay que ser conscientes de para qué hacemos las cosas para estar suficientemente motivados para mantener las acciones que nos acercan a nuestro objetivo. Si tienes un objetivo como, por ejemplo, bajar de peso, una vez sabes a dónde quieres llegar, es necesario que te olvides del objetivo final y que te centres en el proceso, en hacer lo que es mejor para ti en cada momento (lo que sería tu intención). La intención, a diferencia del objetivo, no persigue un resultado final sino que se centra en el proceso y en la actitud del presente. La intención debe ir más allá de tu peso corporal o de tu imagen, es necesario que conectes con tu deseo más profundo, con cómo te quieres sentir y con tus valores. Visualiza también de qué manera te gustaría estar en tu día a día, cómo te gustaría comer y cómo te quieres relacionar contigo mismo/a y con la comida. La clave del cambio está en el momento presente y desearte lo mejor hará que tus acciones te cuiden en lugar de destruirte. Procura que cada acción que hagas reafirme tu bienestar.
4. LLÉNATE DE VIDA
Para evitar recurrir a la comida innecesariamente, hay que encontrar un equilibrio entre las diferentes áreas de nuestra vida que nos permita sentirnos plenos y satisfechos. Relacionado con el punto 2, es necesario escuchar nuestras necesidades en cada momento para compensar el descanso y la actividad, la soledad y la vida social, el trabajo y el ocio… Además, podemos cultivar nuestro bienestar interior a través de la meditación, la lectura, el masaje, la terapia… Igualmente importante, es ocuparnos del propio placer, cultivar el amor y disfrutar o gestionar el momento presente de la manera más asertiva. En definitiva, vivir una vida plena y satisfactoria es fundamental para evitar llenar un vacío existencial a través de la comida.